«El Camino y su poder»
He aquí cómo Lao Tse ilustra la utilidad funcional del vacío sobre la forma, y cómo todas las «cosas» dependen de «nadas»:Armamos treinta radios y a esto llamamos rueda, pero es del espacio, en donde no hay nada, que depende la utilidad de la rueda.
Moldeamos la arcilla para hacer una vasija, pero es del espacio, en donde no hay nada, que depende la utilidad de la vasija.
Horadamos puertas y ventanas pasa construir una casa, pero es de los espacios, en donde no hay nada, que depende la utilidad de la casa.
Por lo tanto, así como nos beneficiamos de lo que es, también deberíamos reconocer la utilidad de lo que no es.Moldeamos la arcilla para hacer una vasija, pero es del espacio, en donde no hay nada, que depende la utilidad de la vasija.
Horadamos puertas y ventanas pasa construir una casa, pero es de los espacios, en donde no hay nada, que depende la utilidad de la casa.
La inherente superioridad del vacío sobre la forma y de la quietud sobre la actividad, así como su indivisible dependencia mutua, constituyen un punto destacado de muchas filosofías orientales. Sin embargo, a la mayoría de los occidentales, tan volcados hacia la forma concreta y la actividad, se le hace difícil apreciar este punto. Pero tal y como lo expone Lao Tse, hasta un chiquillo podría comprenderlo, pues Lao Tse basa sus argumentos en observaciones sencillas y directas, no en un especioso razonamiento abstracto. El principal método de investigación taoísta ha sido siempre la observación objetiva de la naturaleza, y esta observación revela claramente que «el cuadrocompleto» debe siempre incluir «lo que no es» tanto como «lo que es», y que la utilidad de cualquier cosa surge de la unión de los opuestos.
El agua era una de las imágenes favoritas de Lao Tse, y aún sigue siendo el símboloquintaesencial del Tao. Al igual que el vacío, el agua pasa en gran medida inadvertida, aunque posee mucho más te que sus elementos opuestos:
Nada bajo el cielo es más blando y suave que el agua, pero cuando ataca las cosas duras y resistentes ninguna de ellas puede superarla.
Que lo suave vence a lo resistente y lo blando vence a lo duro es cosa que todo el mundo sabe, pero que nadie utiliza.
Que lo suave vence a lo resistente y lo blando vence a lo duro es cosa que todo el mundo sabe, pero que nadie utiliza.
Tenemos aquí un buen ejemplo de los múltiples significados que se acumulan en cada línea del Tao te king.
En primer lugar, este pasaje constituye una sencilla exposición de la filosofía taoísta, donde el Tao es representado por la blandura, la suavidad y la irresistible potencia del agua.
Segundo, es una directa lección de sexualidad, que nos muestra cómo la mujer conquista al hombre cediendo ante su pasión, utilizando su suavidad para vencer la dureza de él.
En tercer lugar, este pasaje suele ser citado con frecuencia por los practicantes de las artes marciales chinas, que lo utilizan para resaltar las superiores virtudes de las tradicionales formas «blandas» de origen chino, como el Tai Chi Chuan, sobre sus derivados «duros», como el Tae Kwon Do coreano o el Karate japonés. Y no se agotan aquí las interpretaciones.
Otra razón por la que Lao Tse admiraba el agua es que ésta beneficia a todos los seres vivos sin atribuirse mérito alguno por ello. Ciertamente, tras conferir sus beneficios vitales a campo y arroyo, a hombre y animal, el agua se da plenamente por satisfecha acumulándose para descansar en los lugares más bajos y oscuros de la tierra. Cae desde el cielo en forma de lluvia y, una vez realizado su trabajo, fluye hacia los más profundos escondrijos de la tierra:
El mayor bien es como el agua.
La bondad del agua está en que' favorece a los diez mil seres pero no exige atención,
sino que se contenta con lugares que los hombres desprecian. Por eso el agua está tan cerca del Tao.
Este pasaje, por asociación, implica también la superioridad de todas las cosas simbolizadas por el agua, tales como la hembra de la especie, que da vida a todas las criaturas mediante el parto y la maternidad sin «exigir atención» por ello.
Estrechamente relacionado con la imagen del agua está el concepto de «blandura», con todas sus
implicaciones:
El hombre al nacer es blando y débil, pero al morir se vuelve rígido y duro. Los diez mil seres, todas las plantas y los árboles son blandos y flexibles mientras viven, pero secos y quebradizos cuando mueren.
En verdad, la rigidez y la dureza son rasgos de la muerte, la blandura y la flexibilidad son rasgos de la vida.
Por eso el arma que es demasiado dura se rompe y el árbol de madera más dura es el primero en ser talado. En verdad, lo duro y lo fuerte son derribados mientras que lo blando y lo débil ascienden a lo alto.Éste es otro de los pasajes favoritos de los practicantes de artes marciales «blandas» de estilo chino. En él se ensalzan las virtudes de la no resistencia, de doblarse ante el vendaval, y sus dos últimas líneas parecen repetir la familiar promesa cristiana de que «los mansos heredarán la Tierra».
Lao Tse vivió durante un largo y caótico capítulo de la historia china conocido como el Período de los Estados Combatientes. Mientras docenas de príncipes mezquinos conspiraban y competían por la supremacía, los reinos se alzaban y caían como las olas del mar, con alianzas repentinas que se disolvían en el mismo día y violentos combates que asolaban el país. La última parte de esta época de fermento intelectual se conoce como «Era de las Cien Escuelas» porque produjo grandes filósofos como el propio Confucio, que vagó de estado en estado tratando en vano de persuadir a los belicosos príncipes para que adoptaran su filosofía pacifista en el gobierno del reino.
Contemporáneo de Confucio, es lógico que Lao Tse tuviera también algo que decir acerca de la política, aunque solía envolver sus ideas en sus acostumbradas y penetrantes metáforas. En todo el Tao te king ridiculiza los más elevados ideales humanos, como la benevolencia, la piedad, la lealtad y la moralidad, repudiándolos por artificiosos, por ser meras convenciones sociales, y burlándose de toda pretensión de gobernar al pueblo por medio de una ideología. Como señala, la misma necesidad de gobernar mediante leyes y amenazas de castigo indica que la sociedad ya ha llegado a una avanzada fase de decadencia.
Lao Tse decía que las personas son iguales en todas partes. Cuando están sanas y felices, se tratan entre sí amablemente y con respeto de manera natural. Cuando están hambrientas y oprimidas, se vuelven naturalmente crueles y revoltosas. Puesto que la mayoría de los gobernantes mantiene a sus súbditos más o menos en un estado permanente de hambre y opresión, les resulta necesario imponer desde arriba las antinaturales trabas de la ley y el castigo para conservar su propia supremacía. Y, más ridículo todavía, para justificar su privilegiada posición se presentan ante el pueblo como personas de moralidad superior.
El verdadero sabio gobierna a las personas «cuidando de ellas y alimentándolas, pero sin reclamarlas para sí», y elimina los motivos de disputa en vez de castigar las consecuencias:
Si dejamos de buscar personas de moral superior para el gobierno, no habrá más celos entre el pueblo.
Si cesamos de valorar los productos difíciles de conseguir, no habrá más ladrones.
Así, el dirigente ilustrado gobierna a su pueblo «vaciando sus corazones y llenando sus vientres». La mayoría de los comentaristas y traductores ha malinterpretado esta frase, como si únicamente quisiera decir que la mejor forma de gobernar consiste en mantener al pueblo bien alimentado pero ignorante.
Eso es cierto, pero no se agota aquí el sentido, ni mucho menos. «Vaciar la mente» es una antigua expresión china que hace alusión a una técnica tradicionalmente utilizada en la meditación taoísta para alcanzar el objetivo de librar por completo la mente de toda clase de pensamientos discursivos, para permitir que la comprensión intuitiva del Tao surja espontáneamente. Una mente «abarrotada» oscurece el Tao, mientras que una «mente vacía» refleja el Tao como un espejo.
Por consiguiente, el gobernante sabio procura mantener las mentes de sus súbditos tan vacías como le sea posible de deseos e ideas artificiosas, pues éstos solamente sirven para confundir al pueblo, para crear conflictos y para distraer la atención del Tao.
Gobernar a la gente «llenando sus vientres» no sólo elimina la principal causa de conflictos, sino que también subraya la prioridad de la nutrición sobre la ideología, de la dieta sobre el dogma.
En último lugar, pero no menos importante, «llenar sus vientres» nos remite también a ciertas técnicas respiratorias taoístas en las que el aliento es enviado hacia el abdomen mediante presión del diafragma, técnica que exige a sus adeptos que «vacíen la mente» a fin de concentrarse en «llenar el vientre» con la respiración. Esta pluralidad de significados y versatilidad lingüística son habituales en todo el Tao te king.
Uno de los más interesantes e incisivos comentarios políticos que aparecen en el libro se refiere a las relaciones entre reinos poderosos, lo que hoy llamaríamos «superpotencias»:Un gran reino debe ser como las tierras bajas hacia las que fluyen todas las corrientes.
Debe ser un punto hacia el que convergen todas las cosas bajo el cielo.
Debe representar el papel de la hembra en sus tratos con todas las cosas bajo el cielo.
La hembra por la quietud vence al macho, por la quietud se sitúa debajo.
Ésta fue, naturalmente, la piedra angular de la política exterior china durante miles de años, antes del siglo XX. Varias veces conquistada por los invasores tártaros, mongoles y manchúes, China cedió sin resistencia y «se situó debajo» de ellos, seduciendo a los vigorosos agresores con los irresistibles encantos de la cocina y el vestido, la pintura y la poesía, la música y la danza y, no menos importante, de las mujeres chinas. En lugar de enfrentarse al fuego con el fuego, China combatió el fuego con agua y salió vencedora, reduciendo a sus invasores, duros como una roca, a un montón de arena. A la larga, China sobrevivió y prosperó mientras sus diversos «conquistadores» desaparecían para siempre del escenario de la historia.
Tales son los beneficios de desempeñar el papel de la hembra en las relacionesinternacionales. Aunque el Tao te king fue escrito varios siglos antes del nacimiento de Cristo y en un
ambiente cultural completamente distinto al de Occidente, sus semejanzas con el espíritu del Nuevo Testamento son muy notables, y tal vez esto explique su permanente atractivo popular en todo el mundooccidental.
Por ejemplo, en San Lucas 6:27 leemos: «Haz el bien a aquellos que te odian», mientras que el capítulo 63 del Tao, nos sugiere «Responde al odio con virtud». En San Mateo 26:52 encontramos la observación «Quienes viven por la espada morirán por la espada», muy en consonancia con una línea de Lao Tse en el capítulo 42, «el hombre violento tendrá una muerte violenta».
El conflicto sólo puede presentarse cuando se trazan límites rígidos y arbitrarios entre un par de
opuestos y luego se procede a defenderlos; límites entre hombre y mujer, entre nación y nación, entre bien y mal. Al eliminar estos límites, de forma que las fuerzas contrarias puedan encontrarse, moldearse y ceder la una ante la otra, ambas acaban fusionándose y establecen un equilibrio natural que elimina automáticamente la causa del conflicto. Como ya iremos viendo en capítulos posteriores, cuando exploremos los diversos aspectos del taoísmo, el equilibrio y la armonía entre opuestos constituyen la clave filosófica de todos los misterios y el fundamento práctico de todos los senderos hacia la salud y la larga vida.
Antes de explorar estos misteriosos senderos, no obstante, concluyamos nuestro repaso histórico del taoísmo en China.
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